martes, 21 de septiembre de 2010

el maestro

- ¿Estuviste atento?
- Lo estuve. – respondió.
- ¿Y qué escuchaste? – preguntó de nuevo el hombre del sombrero gris.
- Que tienes los días contados.

La cara bronceada del hombre palideció en un momento. La barbilla le temblaba mientras se miraba las manos tratando de hallar una respuesta. Sus ojos castaños se humedecieron en un segundo y una lágrima surcó la piel gastada. Evitó pestañear para no provocar más lágrimas mientras en su mente se hacían eco las palabras del chico: “Tienes los días contados”.
Tras unos instantes de incomprensión, reaccionó. Apretó los labios con fuerza y se enjuagó las lágrimas con la manga de su chaqueta. La mano del chico apoyada en su hombro provocó que forzara una tenue sonrisa. Sus arrugas abrazaron su cara de nuevo.

- ¿Te encuentras bien? –preguntó tímidamente.
- No, pero me repondré. No te preocupes.
- ¿Quieres que haga algo por ti? –volvió a preguntar.
El hombre del sombrero se acomodó en su sofá, y antes de cerrar los ojos miró al muchacho, le acercó un lápiz y le dijo:
- Sí. Escribe mi historia.

2 comentarios:

  1. ¡Oh, cuanta fuerza tiene el microrrelato! Está lleno de pequeños detalles que lo hacen a la vez enternecedor y crudo. Y en tres palabras reflejas una verdad universal: todos queremos, de una forma u otra, pasar a la Historia. Sentimos que nuestra vida no será vana si alguien puede aprovechar aquello que nosotros vivimos, dijimos o descubrimos anteriormente. Porque entendemos que el anonimato es la muerte, la mimetización con la masa informe de la ciudadanía vulgar.

    ¡Enhorabuena por estas líneas, sigue deleitandonos!

    El Peón Blanco

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