martes, 2 de octubre de 2012

amor en silencio



Cogió el bolígrafo y empezó a escribir sin detenerse ni un momento. En su cabeza nacían palabras una detrás de otra, como si hubiera abierto las puertas de su imaginación, y a paladas fueran saliendo palabras que rápidamente escribía en el papel. Fue llenando sin orden alguno el folio, en silencio, siguiendo con sus ojos los trazos que el bolígrafo hacía alegremente. Cuando acabó con la primera cara, dio la vuelta al papel y empezó con el mismo entusiasmo la siguiente. No sabía por qué, pero necesitaba escribir. Sentía la necesidad imperiosa de plantarse frente a un papel, coger firmemente el bolígrafo y escribir, nada más. Finalmente, tras haber llenado tres folios por ambas caras, paró. La mano le hervía y sus dedos le temblaban. Tras ordenar delicadamente las hojas y masajearse un poco los dedos, se acomodó y empezó a leer:

“Casa, árbol, hiena, perro, trucha, locura, pez, reloj, boli, flecha, trabajo, manto, nube, cielo, armadura, tú, ella, soledad, amor, esperanza, vacío…”

Paró de leer y tiró el papel al suelo. Una sensación extraña le recorrió todo el cuerpo. ¿Qué había ocurrido? Ni siquiera se había dado cuenta de lo que escribía… ¿Vacío? ¿Pero en qué estaba pensando? Después de frotarse la cara esperando despertarse de ese mal sueño, miró al suelo y se fijó en esos papeles llenos de ideas misteriosas. ¿Valía la pena cogerlos de nuevo o debía rechazarlos y abandonarlos? El silencio llenaba todos los rincones de la habitación en la que estaba. Sentía la necesidad de leer lo que había escrito… un momento, ¿necesidad o curiosidad? Finalmente, tras permanecer frente a los papeles un buen rato, se agachó, y sin esperar a incorporarse, leyó de nuevo en voz alta:

“Esperanza, felicidad, cordura, locura, bondad, miedo, farola, coche, américa, tarta, queso –Sonrió. Le gustaba el queso-, moto, casco, trabajo, sencillo, tú, ella, soledad, amor, esperanza, vacío…”

Paró de nuevo pero esta vez arrugó los papeles antes de volverlos a lanzar al suelo. ¿Qué estaba ocurriendo? Había repetido las seis últimas palabras otra vez, y en el mismo orden, ¡y sin darse cuenta! La sensación extraña se covirtió en sudor y escalofrío. ¿Por qué aparecía ella en sus escritos? ¡Si no existía! Maldecía por habérsele ocurrido escribir esa mierda de palabras porque habían conseguido herirle de muerte… otra vez. No lo entiendo, murmuraba mientras miraba las bolas de papel. No lo entiendo. En ese momento cogió un nuevo folio, y tras elegir el bolígrafo rojo, se sentó en la silla y empezó a escribir:

“Querida tú, no sé quién eres pero me tienes tremendamente enamorado. No sé dónde estás ni si existes, pero pienso en ti todos los días. No sé si te conoceré algún día, pero no puedo y no quiero pensar que no lo haré. No sé por qué estás en mi cabeza si nunca en la vida he olido tu perfume, si nunca he escuchado tu voz, si nunca he percibido tu tacto… te pido por favor que aparezcas pronto, o que desaparezcas para siempre. Vivir con este sueño me ahoga, y no quiero echarte de menos.”

Dio un suspiro y se acomodó en su cama. De pronto se sintió aliviado. Esa sensación extraña que antes le había conquistado, se había convertido en una tranquilidad indescriptible. Sus párpados empezaron a pesarle y su cuerpo a ralentizarse. Poco a poco la habitación fue convirtiéndose en tinieblas y la suave brisa que antes percibía iba desapareciendo. Quería moverse pero no podía. Quería caminar pero no vivía. Quería, quería…

-        Buenos días, ¿cómo se encuentra?
-        Doctor, me ha parecido verle sonreír… -dijo mientras apretaba fuertemente la mano a su marido.
-        Seguro que lo ha hecho, señora… El que esté en coma no significa que no recuerde ni sienta.
-        ¿Cree usted que despertará?
-        Es lo que todos esperamos, señora. Es lo que todos esperamos.