lunes, 29 de noviembre de 2010

el síntoma

- Es el síntoma el que me resulta curioso: Noto cómo mi corazón, de repente, se sacude con fuerza. Mis manos tiemblan débilmente y me falta el aliento. Pienso y vuelvo a temblar; vuelvo a notar cómo los latidos resuenan, uno detrás de otro, alegremente. Respiro y suena tembloroso. Me siento inquieto y creo que me conquistará el pánico. Cojo aire llenando los pulmones y expiro lentamente. Poco a poco me deshincho y me tranquilizo. La calma vuelve a gobernar y me invade una paz momentánea. Así pues vuelvo al trabajo, al quehacer diario que ocupa parte de mi energía. Me sumerjo en él y vuelvo a la serenidad de tenerlo todo bajo control, pero de repente… recuerdo, pienso, vuelvo a recordar y todos mis síntomas vuelven. Es como si viviera en un bucle incontrolable. ¿Sabes lo que me pasa?

- Sí. Que te estás enamorando.

jueves, 11 de noviembre de 2010

¿un poema?

- Tienes que escribir más –me comenta-. Volver a los inicios. Dejar que la tinta marque en el papel los versos de una poesía.
- ¿Una poesía? Yo ya no escribo esas cosas.
- ¿Por qué? –pregunta sorprendido por mi mueca.
- Porque soy un guerrero de las letras, no una flor.
Me mira y no puede evitar reírse. No conmigo, sino de mí.
- ¿Guerrero?
Vuelve a reírse, pero ahora enjuagándose las lágrimas por la memez que acabo de decir.
- No eres guerrero escribiendo sobre cuchillos, de la misma manera que no eres flor escribiendo algunos versos… -consigue decir después de unos segundos de descojone.
Le miro y repaso sus palabras. Aun viniendo de un amigo cabrón que se ha reído en mi cara, me tomo en consideración su consejo. Cierro los ojos y echo un vistazo al archivo oculto de mi memoria, en el ala de los escritos olvidados; los escritos con el sello de la flor. De pronto me paro, repaso un par de hojas y recito:

Escuché y revisé el firmamento
Y tras dejar el sufrimiento a un lado,
Me escupiste frente al lecho del dorado
Y esculpiste la memoria del recuerdo.

Ataviaste mis vestidos con los fardos
De los sueños, de galantes y de magos.
No supiste contrastar el sentimiento
Que chorreaba por el alma en tu costado.

Me condeno por querer ser tu cordero,
Por querer que ralentices mi recuerdo.
Por cantar las alegrías del momento.

Con mis manos agarradas frente al fuego,
Que ennegrecen por el llanto vago y seco,
Veo la mierda que escupiste en su momento.

- ¿Y esto? –la risa ha desaparecido.
- Es una flor, pero con espinas.
- Entiendo…

viernes, 5 de noviembre de 2010

Visita

- ¿Irás a ver al Papa? –pregunta uno a su amigo.
- No. Y menos si se gastan tanto dinero en alguien que no me representa. Me parece una vergüenza.
- ¿Pero por qué una vergüenza? –pregunta de nuevo, extrañado.
- ¡Porque estamos en crisis!
La tensión se saborea con un espeso silencio. Finalmente el primero pregunta.
- ¿Realmente te preocupa el gasto? ¿O es que por ser el Papa, o sea Católico, de ahí viene tu molestia?
- Me da por culo que venga ese tío y que encima paguemos por que venga.
- Tu problema entonces no es el que dices que es. El problema es que te domina tu odio hacia lo católico. Qué curioso, amigo mío. Tú eres de los que reclamas derechos y libertades hasta para las moscas. Pero cuando se habla de representación o noticia referente a algo católico… ¿dónde quedan esos derechos?
- … - silencio avergonzante.
- ¿No sabes qué decir? Me suena que el aborto ahora viene de gasto público…
- … - más silencio de ese.
- Vale, entiendo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

primera lección

- Aprendiendo.
- ¿A ser qué?
- A ser persona. –Comento con cigarro humeante.
- Pero… ¿Qué eres ahora? Porque yo te veo persona.
- Amigo, no es solo la apariencia, sino el ser.
- El ser… ¿Pero qué ser? Ahora sí que me he perdido. Porque tú… ¿no habías dejado de fumar?
- Sí. –Respondo mirándome la mano envuelta en ese humo apestoso.
- Entonces eres, pero eres falso; porque dejas de fumar pero fumas sin fumar.
- Ahora me he perdido yo. –Respondo.
Me mira, me sonríe y suspira débilmente.
- Tienes mucho que aprender.