jueves, 24 de febrero de 2011

¿qué le falta?

- ¿Situación?
- Un bar.
- ¿Musical?
- Uno en el que puedes hablar mientras escuchas música y te tomas un gintonic.
- Mmm… Bien, expón.
- En el bar hay poca luz y se respira un buen ambiente. Los grupos de las mesas dos y tres han formado un pequeño círculo y charlan amistosamente entre cervezas. Yo me encuentro en la puerta, entreabierta. La chica de la barra me pide que la cierre porque entra el aire frío de la calle. Pido educadamente disculpas y la cierro.
- Vas bien. Prosigue.
- Encuentro a un grupo de chavales, de entre dieciocho y veinte años. Comentan algo a cerca de la camarera. Ella ve que he atendido a sus comentarios y me mira de nuevo…
- Ya es la segunda vez que lo hace.
- Sí, pero no me interrumpas, coño.
- Perdón…
- Bien, como iba diciendo, ella me mira de nuevo y la tranquilizo haciendo caso omiso de los comentarios jocosos de los chavales. “Lo que les pasa es que sueñan contigo y con poder estar algún día dos minutos junto a ti.” Ella me vuelve a sonreír. “¿Te pongo algo?” Me pregunta. “Sí, una cerveza. Gracias”.
- ¿Estaba buena?
- Tenía los ojos claros y el pelo castaño, recogido en una coleta. Era bastante agradable.
- La cerveza, hombre. La cerveza.
- Ah, sí… Era Budweiser.
- Buena marca, Americana. En fin, ¿encontraste al final lo que andabas buscando?
- Sí. – digo con un suspiro-.
- ¿Qué ocurrió?
- Me acerqué a ella. Estaba apoyada en la barra, junto al surtidor de cerveza. Le di un pequeño sorbo a mi bud y esperé a que me dijera algo.
- ¿A que te dijera… quién? ¿Ella?
- Sí, hombre. Claro que ella. ¿Quién sino?
- No se, deberías ser tú el que hablara. Pero bueno, me callo. Prosigue.
- No… es que no me dijo nada. Me miró, sonrió y volvió a sus asuntos.
- ¿Qué asuntos?
- Tenía una copa de vino con la que jugaba con los dedos. La vi pensativa y…
- Te acojonaste.
- Y dale con interrumpirme. ¿Me vas a dejar hablar?
- Te acojonaste.
- Que no me acojoné, leches.
- Te acojonaste.
- Vale, sí. Me acojoné. Me tomé la cerveza y me fui.
Tras unos segundos de silencio.
- Rajao.
- Cállate.
Otros segundo de silencio.
- ¿Qué piensas hacer?
- Volver y hablar con ella.
- Bien hecho. ¿Y qué le dirás?
- No lo sé. Ya se me ocurrirá algo.

martes, 22 de febrero de 2011

la experiencia

- ¡Queremos un mundo libre! –Oigo que gritan.

Me encuentro entre dos aguas, en un tejado insólito en medio de un mar de planicie. Escondido. Abajo, en la calle, la tempestad de miles de gargantas arremete contra las paredes del edificio. Veo volar piedras, bengalas y pelotas de goma. Oigo el llanto de un pequeño que vacía sus lágrimas frente a la parsimonia del gentío absorto por la revolución. La misma que consigue que se caiga al suelo, dolorido por un golpe seco de alguien alocado frente a los carros de combate. El civismo ha dejado de existir. Ahora lo que hay es supervivencia. Recuerdo a mi tío, corresponsal. Tiene que estar por aquí…

- ¡Fuera de nuestra tierra! –corean. – ¡Dictador!

Los chillidos y la represión de la gente libre sacude con fuerza el arca de la templanza haciéndome tremendamente partícipe del sufrimiento. Por un momento odio al odio.

De repente me fijo entre el gentío y veo a una pareja, deambulando sin temor. Van cogidos de la mano y sonríen amablemente a todo aquél que les mira. Sin mediar palabras osadas ni insultos, se plantan en medio de la plaza, cogen sus pancartas y las sostienen con pasión. “Nuestro único señor es Dios” consigo traducir. Desde mi tejado veo como algunos murmuran temerosos al leer lo que estos dos sostienen. Otros se sientan junto a ellos. Las dos personas permanecen serias, con una profunda cara de reflexión. Están rezando.

- Son cristianos… -descubro sorprendido.

De pronto mi odio acrecentado por la violencia se disipa al ver que el amor por el prójimo puede más que las piedras. En unos minutos esos dos espontáneos son el centro de un rezo comunitario.

El ser humano es extraordinario.

lunes, 14 de febrero de 2011

14 de febrero

Y ahora te cuento:
Que remuevo las campanas de este pequeño tormento.
Que dibujo las sonrisas que proyectas con tu magia y tu bondad.
Que describo sentimientos esperando hacerlos ciertos.
Que respiro las mañanas contemplando cada día el despertar.
Que descubro en cada alba que te quiero cada día un poco más.
Que eres tú. Y yo no miento.
Que mi amor es sentimiento con matices de locura terrenal.
Que eres tú, y lo presiento.
Que sin ti yo me vacío. Soy textos empobrecidos sin verdad.

Tartamudeo
En los momentos que te veo, que te pienso o te contemplo;
En los momentos que me miras, me cautivas, y me quedo sin hablar.
Toda la fuerza de mis huesos pasa a ser de terciopelo,
Y mis latidos los compases de las notas de las que me oíste hablar.
Mientras recito los cien versos: te describen como reina y majestad.
Y mi amor se hace hielo; Se hace frágil, moldeable a voluntad.
Con las palabras que te leo, ves que es cierto mi deseo
De acudir este febrero y plantarme junto a ti en el altar.
Así que escucha las palabras que recito porque son lo que yo creo.
Son como estar frente a tu beso. Porque eres tú, porque te quiero.

jueves, 10 de febrero de 2011

algo inteligente...

Estuve pensando el otro día en escribir algo inteligente; y lo pensé, pero me salió esto:

- ¿Sabes?

- Sí.

- ¿El qué?

- Que sé.

- ¿Cómo?

- Tío, ¿hay que explicártelo todo?

- Perdona...

Lo leí y lo releí hasta que me cansé de buscar por qué había escrito esta soberana chorrada, así que le pregunté a un amigo si entendía algo de lo escrito. Su respuesta, para mi sorpresa, fue la siguiente:

- Son textos psicosomáticos donde se pretende comprender el inicio de la causalidad y el producto de la razón frente a lo inexplicable, volviéndolo explicable.

- ¿Perdona? -el nivel de gilipollez de mi amigo me sorprendió.

- ...Es algo que supera tu comprensión. ¿Quién ha escrito esta maravilla?

- El texto es el resultado del producto en potencia frente al desorden simbológico de las letras recluyéndolas a un conjunto práctico y comprensible... - Tras unos segundos de incomprensión por su parte le matizo: - Vamos, que lo he escrito yo.

- ¿En serio? -Comentó enfurruñado.

- Amigo, como decía Goethe: 'La claridad consiste en una acertada distribución de luz y de sombra. Piénsalo bien.'

- Bien, pues es una mierda de texto.