lunes, 26 de octubre de 2009

Harley-Davidson. Route parte 3



Y ahí estamos los cuatro, surcando el viento y sintiendo el poder de estas máquinas dóciles a merced de nuestra voluntad. Miro de reojo a mis amigos y veo en sus caras cosas que por ellas me inundo en carcajadas. Javier, serio y concentrado, no deja de mirar la carretera echándole, de vez en cuando una miradita a sus manillas. No se si termina de creerse dónde está montado. Su Nightster se planta perfecta, rugiendo suave y sinuosa por la highway, como él mismo no para de decir. Se siente mundo junto al asfalto. Xavi sonríe. No hace otra cosa que sonreír. No se si lo hace por vernos con las pintas que llevamos o porque su V-Rod le está convenciendo. Se planteó diversas posibilidades, pero finalmente se decidió por esta perfección americana. Y, al ser chiquitín, se ven dos manos y un casco negro montados en una moto estratosférica. Carlos, el último en discordia, ha querido parecerse a Marlboro Man montando su chopper y luciendo su nueva chaqueta de cuero. Imitando a Javier, se planta serio ante el asfalto, intentando saborear cada kilómetro recorrido; aspirando el viento fresco que empapa su cara de felicidad.
Los tres parecen comulgar con la ruta ascendiéndola a bendita.
Y yo, con mi Little Wild. Viéndoles a ellos en ruta hacia la aventura. Rugiendo en manada cuatro Harley-Davidson conquistando el asfalto. Sintiéndolo como si fuera la primera vez. Con una mano en mi regazo, la vista puesta de nuevo en dirección y sintiendo el nuevo baño del sol otoñal. De vez en cuando vuelvo la vista hacia ellos y me recuerda a mis inicios: joviales e inocentes donde lo único que hacía era saborear el momento mientras admiraba cada metro recorrido.
Restan 157km para Zaragoza. Seguimos en ruta, porque restan 157km de sueños.

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