jueves, 15 de noviembre de 2012

el escritor 2


Tragó saliva, tosió débilmente y le devolvió como pudo la sonrisa.

El gentío seguía estupefacto la escena ya que no podía comprender cómo la belleza del campus estaba hipnotizada por un don nadie; un alguien que ni su nombre sonaba conocido y lo habían apodado como “el chico”.

Noelia descubrió su carpeta, la abrió y sacó un papel arrugado. En él unos versos marcados a corazón rezaban lo que Noelia recitó, suave y despacio; haciendo hincapié en cada coma, en cada punto. Susurrando…

            Hay veces que es imposible olvidarte.
Hay momentos en que odio quererte.
Circunstancias en las que quiero admirarte
Y otras tantas por las que quiero perderte. 

Hay penurias que las paso yo solo
Y hay problemas que no quiero explicar.
Hay latidos que los recuerdo y lloro,
Y hay recuerdos que espero no alcanzar. 

El momento es siempre uno y cierto,
Escarmiento recuerdo hoy por ti.
Y no siento la pena por mi llanto
           Pues no miento, te quiero siempre a ti.


Las palabras de Noelia resonaron poderosas entre el gentío absorto por la dulzura de su voz. Las manos le temblaban débilmente mientras sostenía la mirada hacia aquél chico, mudo, temeroso de bellas sonrisas, hacedor de versos secretos con cuyas rimas avivaba, en sus sueños, su romance.

El chico la miraba pero no era capaz de reclamar su obra puesto que en el código del buen cortés los versos no tienen otro dueño que la doncella a la que van referidos; y él, a fin de cuentas, era el chico.

2 comentarios:

  1. Lo que tú escribes, lo que el escritor escribe y, ahora, lo que el bellezón del campus escribe!!

    En mi opinión, esto tira viento en popa!

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