Sorbió un poco más de café. Aún humeaba. Cogió
una bocanada de aire fresco y advirtió que su día empezaba bien. Hacía un sol
radiante frente a una mañana fresca de noviembre. Los pájaros piaban
enérgicamente haciendo caso omiso a los pocos grados que el mercurio marcaba. Era
un buen día. Estiró de nuevo sus dedos y acarició su antigua máquina de
escribir. Al tocarla volvió a sentir cómo su mundo se extinguía y nacían frente
a él el campus, Noelia y el tímido estudiante aun sin nombre:
“Era ese rincón su paraíso fiscal de los
sueños. En el leía, escribía y soñaba. Sus gafas de pasta oscuras a duras penas
se sujetaban en su nariz respingona, menuda y redonda. Vestía una camisa de
cuadros pasados de moda pero ancha y realmente cómoda. Se sentía libre, a
resguardo de su realidad: No tenía amigos.
Mientras contemplaba sus notas en los márgenes
de su novela de caballeros, escuchó el extraño vacío del bar. El bullicio había
mutado en el silencio más rotundo con algún que otro esporádico susurro. Sin
levantar la vista supo que las miradas de los más de 30 estudiantes recaían en
él. ¿Por qué?
Sintió un escalofrío y notó cómo sus manos sudaban.
- Hola –dijo una suave y tierna voz.
Por un momento maldijo a aquella que le había
interrumpido y le impedía profundizar en su libro, pero alzó la vista y
palideció. Advirtió dos manos de porcelana, una encima de la otra, sutilmente
ocultas bajo una melena rubia, ondulada y larga. Su escandalosa figura bajo una
camiseta y un chaleco ajustados le dejaron boquiabierto. Jamás había tenido tan
de cerca la musa de sus sueños. Dentro de su tremenda vergüenza se atrevió a
alzar la vista de nuevo. Su amor secreto quedó en entredicho cuando enrojeció
de golpe. Noelia aun le miraba, sonriente. Sus ojos verdes envueltos en toque
de rimel brillaban frente a él, nervioso y temeroso. Estaba siendo el centro de
atención por primera vez en su vida.”
Me gusta mucha la idea de escribir sobre un escritor y lo que éste escribe. Narrar dos historias simultáneamente y que una dependa del estado de ánimo de la otra. O no.
ResponderEliminarAunque todo escritor deja en sus libros algo personal - ya sea referencias autobiográficas, experiencias,su estado de ánimo, etc. Por lo tanto, el escritor -tú- imprimes lo personal en el escritor - el de la historia-, éste lo hace en el tímido estudiante y, de manera todopoderosa, todos son influenciados por ti nuevamente. ( metalingüística. Ni yo lo entiendo ;) )
¡madre mía...! jajajaja
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