martes, 1 de marzo de 2011

qué le falta 2

- ¿Y bien?
- Bueno…
- ¿Por qué? ¿No ibas a…?
- Sí, iba. Pero…
- Cuéntame, vamos a ver. No adelantes acontecimientos. Situación.
- Entraba de nuevo en el bar. Llovía. Cerré inmediatamente la puerta y la camarera me vio. Tras quitarme el abrigo y sentarme junto a la barra, alcé la vista y me sorprendió con una bud.
- ¿Se la habías pedido?
- Por supuesto que no.
- Entiendo. Sigue.
- …Supongo que fue por el gesto de haber cerrado rápidamente la puerta… Bueno, sigo. Cerré la puerta y agradecí a la camarera, Miriam, la bud. Le extendí cinco euros.
- ¿Te sentaste donde ayer?
- Sí. Y la chica seguía ahí, en el mismo sitio. Vestía -si puede- más guapa que ayer, y sus dedos seguían con la armoniosa danza junto a su copa de vino. No se si es porque me tenía hechizado, pero la vi radiante.
- ¿Se oían campanitas?
- Radiante no equivale a campanitas… pero sí a maripositas.
- Estás de broma, ¿verdad?
- Escucha y calla. No empieces como ayer… ¿por dónde iba?
- Por las mariposas.
- Ah, sí. De repente vi llorar a Miriam.
- ¿Cómo? Pero tú a quién mirabas, ¿a Miriam o a la chica de la copa de vino que estaba radiante?
- No era un lloro exagerado –prosigo sin hacer caso- sino que vergonzoso. Parecía que la gobernara la impotencia. Le pregunté si le podía ayudar en algo…
- Vale, mirabas a Miriam. ¿Y qué te dijo?
- En ese momento sonaba Le Onde, de Ludovico Einaudi.
- ¿Y qué tiene que ver eso?
- Escucha. Se acercó a mi y me susurró: “esta canción me recuerda a ti”.
- ¡La madre que la parió! ¿No te acojonaste?
- No.
- ¿Y qué hiciste?
- Le pregunté por qué y ella me lo explicó.
- ¿Y no te acojonaste?
- Te estás repitiendo, y te he dicho que no. ¿Cómo me voy a acojonar por algo así? Nos pasamos la tarde hablando. No recordaba haberme reído tanto en mi vida.
- ¿Y la chica de la copa de vino y bla, bla, bla…? ¿Qué?
- ¡Ah!, de repente apareció el novio y se reconciliaron. Resulta que van a casarse dentro de poco y habían tenido la típica discusión pre-boda.
- Y la chica se va a un local de gintonics a despejarse la cabeza… Sí, típico. ¿Por cierto, y tú cómo sabes que se casan?
- Se sentaron con nosotros.
- ¿Pero Miriam no trabajaba?
- No, ayer fue su día libre. Fue al local por si aparecía yo…
- O sea, recapitulemos. Vas a un local a ver a la chica por la que llevas rayándome varios días y al final acabas con la camarera... Miriam. Resulta que la chica del vino se va a casar y, después de haberse reconciliado con su novio, os pasáis la tarde hablando los cuatro. Ahora sólo hace falta que me digas que os han invitado a la boda…
- Pues así es. El mes que viene.
- Eres el tío más raro que he conocido en mi vida.

6 comentarios:

  1. Bueno, al fin y al cabo la vida tiene estas cosas tan curiosas, muy bien plasmado :)

    ResponderEliminar
  2. Me encantan estos diálogos. Reclamo/exijo/suplico una tercera parte: qué le falta 3

    ResponderEliminar
  3. Mmmm... no compro, Galleta. Es una vuelta de tuerca demasiado exagerada. Das mucha información y hay demasiados hechos nuevos para ser un post tan breve. Saturas al lector con tanta novedad. No tengas prisas por avanzar en la trama: ¡a nosotros ya nos habías enganchado desde el primer capítulo!
    Vísteme despacio que tengo prisa. ¡Pero vísteme, marrano!

    Un abrazo,

    A.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Aaron, fluidez amigo mío. ¡Fluidez! Me gusta mucha información en pocas palabras. Diálogo ágil, fácil y rápido. A veces hablar mucho es demasiado, y explicar aborrece. Puede incluso que mi explicación sea gratuita... así que mejor me callo. Stop.

    ResponderEliminar
  6. Que pena que la chica misteriosa del vino desaparezca asi.. Me gusta mas que Miriam. Qué le falta? No lo se, pero esta chica no atrapa.

    ResponderEliminar