martes, 25 de enero de 2011

darle caña

Te crees que tienes, oh pequeño imbécil, la razón, toda la razón y nada más que la razón. Cuando lo que tienes -y reitero-, oh pequeño imbécil, es una indigestión mental giliprogre que te marea hasta las ideas más ocultas. ¿Cómo es posible que sientas las bases de tu criterio en ese porte? ¿Cómo es posible que veas la grandeza en cuatro guarros-sucios cuya única compañía es un perro y una flauta? ¿Cuya una única meta es mal ocupar, chupando del verde esfuerzo de la sociedad hasta la última gota de su paciencia? No tienes vergüenza. Luego quiero verte gritar reclamando justicia cuando el injusto por baboso furtivo eres tú. Luego quiero verte llorar, oh pedazo de mierda, cuando talen un árbol, pues te untaré la cara a bofetones cuando no lo hagas frente al exterminio de los no nacidos. Luego quiero ver que violes mi criterio por un puñado de putas y maricones, y por ese puñado que me taches de asesino del civismo por no compartir vuestra tontería. Luego quiero verte respirar gasolina, que se te inunden los pulmones y que se te encharquen de osadía, por vivir del cuento toda tu vida y esperar que, por ser sociopollas, la ramera del Estado te de de mamar.

¿Por qué cojones vomitas tanta mierda? Das asco.

Y tú, pequeña furcia. Que te deleitas con paseos y sonrisas, y humedeces tus labios mientras miras lo ajeno. Bebedora de sangre. Que te aprovechas exponiendo tus obras a lo más profundo de la degradación del gentil. Que te deleitas torciendo rectitudes y rompiendo compromisos. Eres el significado de aquella que ofrece su cuerpo aun pagando por ello. Eres tanto en tan poco que incluso tu nombre me provoca arcadas. Eres la ramera de la sociedad. La eterna puta en celo. La niñata caprichosa que reclama su piruleta a gritos.

13 comentarios:

  1. ¡Das miedo! Casi temo comentar, no sea que me hagas respirar gasolina, que se me inunden los pulmones y se me encharquen de osadía (¡Oh! ¡Cómo me ha gustado esa frase!).

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  2. Yo, si debo quedarme con una frase que anotar en mi Agenda Verde -la de las citas célebres-, es esta:
    Eres la ramera de la sociedad. La eterna puta en celo. La niñata caprichosa que reclama su piruleta a gritos.”.

    Me encanta pensar que cada sociedad tiene una ramera que deviene protagonista de los hitos históricos que la desarrollan y evolucionan. ¿Qué sería de nuestra sociedad sin estas mujeres? Habría demasiado estrés, tristeza; demasiados billetes limpios y sin sobar, y huevos llenos de cosecha sin descargar. Un drama. Por eso es normal que reclame su piruleta. Bueno, mi, tu, nuestra, suya, de ellos, piruleta, de esas que no se desgastan más que si las raspan con los dientes. ¡Oh, que excelente sensación, qué maravilla producto del arte amatorio tailandés!

    ¿Por qué cojones vomitas tanta mierda? Das asco.
    Gracias. Yo también te amo, Galleta.

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  3. Mireia, ¿no has sentido alguna vez la necesidad de llenarte la boca de insolencias y soltarlas todas a la vez? Y si son verdades como templos pues mejor aun. ¿No es cierto? ¡Me alegra que te haya gustado!
    Aarón... la eterna puta en celo... Esa es toda aquella que le gusta lo que no debe. ¡Y cuántas hay!
    Paz y coca, como dice un amigo mío.

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  4. Ese amigo tuyo que dice Paz y coca es un sabio. Díselo de mi parte ;)

    Paz y coca!
    Visca!

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  5. Me resulta gracioso leer a veces lo que es la cruda realidad de una forma tan clara, me gusta!

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  6. http://talantecritico.blogspot.com/

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  7. Totalmente de acuerdo, en TODO

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. talantecritico.blogspot.com
    ¡me ha gustado!

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  10. Vos estás loco, boludo! Y si no me creés preguntále a tu papá.

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  11. Estás creando una generación de perros hambrientos.

    ¡Publica ya!

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  12. no dejas titere con cabeza,mola!

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  13. Le tengo a usted por alguien docto, Galleta de Mantequilla. Pero con este texto me sorprende usted, pues me extirpa el ensimismamiento en el que me hallaba sumido y aletargado durante quién sabe cuantos años. ¡Ah, es usted como un viejo mullah! Sabe de lo divino y de lo mundano, y es capaz de irritarse cuando los gusanos a los que gusta pisar huelen demasiado mal. ¡Está usted en la flor de la vida, eso lo adivino! ¿Acierto? Y es usted impulsivo: siento su pasión desde esta desvencijada sala de geriátrico donde este anciano ya decrépito sigue soñando con lo que usted puede aún vivir en sus propias carnes. ¡Láncese a vivir, Galleta de Mantequilla! ¡Indígnese, grite con rabia, arroje su juventud a la inmensa pira del idealismo! En usted veo el futuro, amigo. Ruego al Señor de los Cielos, al Todopoderoso Paráclito, al Cordero Redentor, que su generación tome ejemplo de usted y de su santa ira.

    Suyo agradecido,

    El Peón Blanco

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