jueves, 7 de octubre de 2010

la historia

- Por favor, una copa de vino blanco para mí, y para mi muchacho… -Helena sostuvo la cara de incógnita a la espera de la elección de Fernando- ¿Qué deseas tomar? –insistió sin dejar de mirarle. Y tras unos segundos de espera, por fin el muchacho reaccionó.
- Sí, disculpe. –Dijo mirando al camarero- Para mí una cerveza. –Sonrió- Mi muchacha me sorprende constantemente…
El camarero tomó nota y se marchó.
- ¿Cómo que mi muchacha? – Preguntó amablemente Helena.
La luz de medio día iluminaba parte del rostro de Helena que, sonriente, sostenía una mirada cálida y sosegada. Sus ojos claros destellaban frente a los rayos de ese sol pre-otoñal. Fernando estaba descubriendo algo que siempre le había desconcertado: se estaba enamorando.
Se pasaron horas hablando. La admiración del uno por el otro poco a poco fue demostrándose con más intensidad, hasta llegado al punto en que Fernando avanzó el brazo sutilmente para chocar con la mano de Helena. El suave contacto provocó un titubeo en ella que pronto disimuló, pues entre el índice y el pulgar enjauló cariñosamente uno de los largos y elegantes dedos de Fernando.
- Háblame de tu abuelo. –Dijo mirándole la mano-.
- He estado los últimos dos meses estudiando manuscritos de mi abuelo, cartas y notas. Todo me resulta sorprendente y a la vez curioso, pues no comprendo momentos de su vida. Le escribí para que me explicara y me aclarara mis dudas, y la parte de la carta que te enseñé fue la única que hacía referencia a lo que le pregunté. –Fernando la miró-.
- ¿Qué es lo que te intriga de tu abuelo?
- Él. –Respondió de inmediato.
Fernando levantó la vista y vio en ella cierta preocupación. Tomó aire, pensó todo lo que quería decir, volvió a tomar aire y empezó.
- Estuve con él los momentos previos a su fallecimiento. –Comentó centrándose de nuevo en sus manos. Helena las apretó ligeramente.- Pensó en ti cada día.
Hizo una pausa y vio que Helena cerró por un momento los ojos, como tratando de recordar su voz, su olor, su tacto.
-Todas las tardes –prosiguió Fernando-, cuando volvía de trabajar me pasaba una horita por casa de tu abuelo y hablábamos. Le encantaba hablar de arte, sus aventuras y su amante… Es como él llamaba a su moto.
- ¿Te dijo algo antes de fallecer? –preguntó Helena.
- Sí. Que escribiera su historia.
- ¿Qué historia? –preguntó extrañada.
Fernando esperó a que el camarero terminara de servir.
- Helena, tu abuelo tuvo una de las vidas más apasionantes que he podido conocer. Estuvo donde debía estar, trató a quien quiso amar y fue un hombre feliz hasta que tu abuela falleció…
- Su muerte hizo que se distanciara de nosotros… -comentó pensativa.- Pero cuéntame, muchacho. Quiero saber cómo fue mi abuelo.

- Debes involucrarte en todas y cada una de las palabras que te cuento. Imagínate y procura saborearlas. Memorízalas. Sólo de esta manera podrás comprender la historia y el espíritu que tu abuelo quiso transmitirme.

Helena sorbió un poco de vino y se inclinó para prestar toda la atención posible.
- Cuéntame. Estoy ansiosa.

5 comentarios:

  1. Un buen capítulo que, sin embargo, me deja con hambre. ¡Quiero más!

    Ojalá que ese pasado misterioso del abuelo incluya su participación en la Guerra de Vietnam como una 'rata de túnel'. La sabiduría que destila el anciano no puede nacer sólo de los libros; alguna experiencia vivida -traumática, extasiante, cruda- debió haberle predispuesto para ser el chamán que fue con su nieta y con su pupilo.

    Enhorabuena. Te sigo leyendo con avidez.

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  2. Me gusta la idea: "rata de túnel"... Veremos qué camino sigue la historia.

    Sigue leyendo, ¡que yo te leo con entusiasmo!

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  3. Ah, la cerveza, qué bebida de dioses. Se dice que la inventaron los egipcios, pero yo creo que fue Osiris 'el que hace crecer el trigo y la cebada' quien transmitió a los mortales como preparar un zumo tan excelso.
    Personalmente, adoro la cerveza. La rubia. Qué obviedad. No puedo exitar extasiarme ante la dorada puesta de sol que centellea desde el borde de mi jarra helada. Agitar el recipiente y observar el vaivén del líquido, hipnotizador, he ahí la forma de disfrutar la cerveza desde el primer segundo.
    Su idea de introducir la cerveza en el relato ha sido sin duda uno de sus mejores recursos para fidelizarme al blog. Es usted un genio. ¿Realmente sospechaba que esto ocurriría, o ha sido puro azar? Ah, el azar... ¡quien sabe cómo terminará la historia! ¿lo sabe usted? ¿lo sé yo? Quizás sólo los dioses, el perfecto Osiris, mientras disfruta de su malta en las alturas, y todo lo ve.


    El Peón Blanco

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  4. Muy buena la historia, engancha. Escribes con un lenguaje fresco y te centras en detalles, esta genial. Ahora, me he quedado con ganas de mas, tras leer el ultimo post. Espero que tengas preparado un nudo emocionante para con el abuelo, aunque no hace falta que recurras a la guerra de Vietnam, seguro que puedes tomar otro rumbo mas interesante. Y un consejo, no te enredes demasiado, al escribir por dosis se corre ese peligro, no ver nunca el final. ¡Animo!

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