martes, 26 de octubre de 2010

menudo sueño...

Estoy frente al ascensor, cansado, con ganas de irme a casa. El día ha sido agotador. Mientras espero al ascensor, me desajusto la corbata y me desabrocho el primer botón de la camisa. “-Qué alivio. Pienso.” En esos momentos oigo que suena el timbre que indica que el ascensor ha llegado a planta. Recojo mi maletín mientras las puertas se abren, y para mi sorpresa veo a una mujer seria pero hermosa, inmersa en sus pensamientos. Sus labios carnosos sufren el pellizco delicado de sus dientes mientras revisa delicadamente su manicura. Su traje de chaqueta gris marengo con falda de tubo me permite admirar su escandalosa silueta tiernamente embutida. Consigo reaccionar tras permanecer unos segundos frente al ascensor, parado como un tonto. Después de entrar silenciosamente tratando de evitar distraer a la bella empresaria, me digo murmurando: “-Al parking.” Las puertas se cierran. Toso débilmente, temeroso. Lucho contra mis ojos para evitar mirar sus piernas. Es una bella pelea entre la atracción y lo prohibido. Finalmente sucumbo. Vaya par.
Paramos en la planta 3. Se sube Carlos, el amigo gordinflón capaz de desgraciarte los momentos más deliciosos. Al ver el panorama me saluda con una sonrisa maliciosa mientras no puede evitar expresar, patosamente, la alegría que le hace coincidir con semejante escultura. Con la mirada lo mato. Cojo el móvil y le escribo un mensaje: “bájate”. Pasan los segundos y se cierra el ascensor. La cara rosada de Carlos se ha vuelto roja y tiernamente sudorosa. Realmente está emocionado. Recibo su respuesta: “No.” Leo el mensaje dos o tres veces para cerciorarme que el cabrón de mi amigo no va a mover sus grasientas nalgas. Mientras pienso en un plan el bip de mi móvil me indica que he recibido otro mensaje. “Tienes la bragueta bajada” consigo leer entre rubores. Tímidamente descuelgo mi brazo izquierdo para cerciorar el mensaje. En ese momento, por culpa de mis sutiles movimientos de desespero, corroboro que la empresaria me mira sorprendida. Qué putada, me ha pillado con la mano en la bragueta. Pero… ¿qué es esto?
La empresaria me sigue mirando mientras extiendo la mano y levanto el brazo. Sonrío. Sin dejar de mirarla bajo el brazo de golpe pegándole una colleja al gordo de mi amigo. –No tengo la bragueta bajada. Digo el voz alta. Carlos se gira y me mira sorprendido haciéndome señas con el dedo, tratando de evitar que la Bella se de cuenta de nuestra admiración. Yo no le miro porque sólo tengo ojos para los dos castaños que me inundan bajo unas pestañas perfectas. Llegamos a la planta dos y el momento se congela.
- Hasta mañana. Comenta Carlos pensando en la palmera de chocolate que se va a comer.
Yo la sigo mirando, hipnotizado. Me susurra su nombre. Le susurro el mío. Las puertas se cierran y…
Son las 8.05am. El sonido estridente de mi despertador echa a perder el momento. ---…Dichoso aparato capaz de destrozar los sueños más apetecibles…
Buenos días puñetera realidad.

5 comentarios:

  1. no esta nada mal!pero podría ser mejor!

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  2. ¿has ido en busca de algún ascensor ya? A veces entre un sueño y una premonición sólo hay una línea...muy fina.

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  3. Siempre he sido más de donuts, jaja!
    Si la mujer del ascensor no es rubia, entonces no pelearé como un titán por ella. Creo que tus fantasías están pobladas por ejércitos de hispanas morenas, ¿cierto? Las valkirias de ojos color mar no caben en tus sueños...

    PD: Estoy pensando que yo también te voy a mentar en alguna de mis entradas, rufián.

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  4. Fantastic!!!!!!!! Querido mio me parece que te estas superando. Una narración ligera y con contenido bastante intenso. Sigue creciendo!!!

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