martes, 14 de diciembre de 2010

actúa

- No contemplo otro momento mejor que este. –comentó confiado.

- ¿Mejor que esperar a la cena?

- El momento es ahora. ¿No lo ves? –respondió mirando-. Es ahora o nunca.

- Recuerda que solo tienes una oportunidad. Y más aún si lo haces ahora, delante de todo el mundo –un momento de suspiro-. Entiendo que tengas ganas, pero debes buscar la razón y masticarla antes de perder la oportunidad.

- Amigo, lo que pretendo hacer no requiere de oportunidad, sino de hecho –dijo mientras se levantaba, sonreía y se dirigía hacia ella.

Era, según Tomás, el momento ideal. La luz tenue y cálida bañaba toda la sala. De fondo se oían unas notas perdidas, de piano de cola, que amenizaban las conversaciones más aburridas. Dentro de toda esa corrección estaba a punto de realizar la mayor y más deseada de sus locuras.

Pasó junto a un camarero que portaba una bandeja redonda, de plata. Sobre una fina alfombrilla se posaban unas cuantas copas de cava. Cogió dos copas, agradeció al camarero el detalle de pararse mientras éste las cogía, y continuó su andadura entre el gentío.

- ¿Tomás? –dijo una voz chillona.

- Mierda –pensó-. Se dio la vuelta y sonrió amablemente. – doña Bárbara, que grandísima ilusión verla aquí.

Doña Bárbara era una señora sexagenaria, millonaria y viuda. Le encantaba flirtear con la juventud con la esperanza de rejuvenecer por ello. Aun incluso con su sutil demencia senil, alardeaba de su portentosa memoria. Recordaba hechos, fechas, nombres y situaciones. Todas a la perfección.

- Me dijiste que me invitarías a cenar y no lo has hecho. –respondió seria.

- Tiene usted toda la razón. –Comentó a regañadientes- Permítame que enmiende mi error invitándola a una copa de cava.

Doña Bárbara miró al muchacho con detenimiento.

- Estás guapo.

- Va a conseguir que me ruborice. –dijo mientras le extendía una de las copas.

- ¿A quién buscas? –preguntó mientras la cogía.

Tomás interrumpió su sorbo de cava.

- ¿Cómo ha sabido que busco a alguien? –preguntó entre susurros.

- Porque te brillaba la cara cuando te he visto y ahora miras constantemente de reojo a esa preciosidad. –Comentó con alarde de sabiduría entre un par de sonrisas.- No pierdas el tiempo y ve a por ella. Tengo entendido que tiene unos cuantos pretendientes por aquí que no dejan de rondarla.

- ¿Y cree usted que se fijará en mi?

- Pequeño muchacho, confía en mí. Haz exactamente lo que te digo. Olvídate de las copas de cava. Trae, que me las beberé yo mientras soporto al plasta de Antonio.

- Es un buen partido.

- Es un viejo verde –respondió antes de beberse la primera copa de golpe-. Bien, olvídate de las copas y coge eso de ahí –señaló-. Tú solo acércate y deja que tu corazón te gobierne por un momento. Después ya tendrás tiempo de razonar las memeces que has llegado a decir. Ahora lo que tienes que hacer es actuar.

- ¿Puedo agradecérselo?

- Nunca agradezcas antes de conseguir tu objetivo. –Y se dio media vuelta mientras sorbía su segunda copa de cava.

En ese momento el piano enmudeció. Las voces reverberaban en la sala y se desubicó por un momento. A lo lejos unos ojos marrones le miraban. Dio media vuelta, extendió la mano y cogió una de las flores que adornaban una columna. El silencio musical llegó a su fin con unas notas nacientes de Bach. Junto al joven pianista doña Bárbara asintió con un tierno guiño antes de beberse de golpe su tercera copa de cava.

- Donde estás… -murmuró tras unos instantes de búsqueda.

Sostuvo el aliento cuando notó que una mano enjaulaba tiernamente uno de sus dedos. Bajó la mirada y reconoció esas manos espigadas.

- Estoy aquí. –Dijo contestando a su murmuro-.

Tomás alzó la vista y la belleza de Daniela le hizo titubear. Sin soltar ese dedo furtivo cariñosamente cautivo, levantó la otra mano para descubrir su flor. El piano seguía sonando, ahora ocultando las voces de la muchedumbre. Tomás pudo sentir a doña Bárbara, orgullosa, tomándose la cuarta copa de cava. Era ese el momento por el que debía dejar gobernar a su corazón.

- No necesito nada más. –dijo pensando en voz alta sin dejar de mirarla.

Daniela le miró, cogió la flor y respondió.

- Yo tampoco. –Y le besó-.

17 comentarios:

  1. Miss Capullita De Alelí14 de diciembre de 2010, 5:01

    Magnífico relato!!simplemente...magnífico!!

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  2. Las gordas siempre han sabido dar buenos consejos, además de ser simpáticas.

    Porque es un muy buen consejo no intentar emborrachar con champán a una moza para retozar en el pajar. Una rosa, un poema, abren más puertas y piernas. ¡Viva la poesía!

    El texto es un viaje al Cielo como el de Dante. En este caso, Bárbara es Beatriz, cosa curiosa. Pero te guía a través de la espesa bruma hasta la catarsis de la felicidad.

    OFF TOPIC: Las personas gordas son alegran la vida porque:
    a) nos regalan los consejos que nunca aplicarán.
    b) nos podemos comparar con ellos.


    Saludos,

    A.

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  3. Me excita cuando te pones tan tierno, pajarito mío.

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  4. BRILLANTE, me has dejado sin palabras!

    tu mas fiel seguidora, Tuti!

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  5. Es super bonito Pablo!!!!

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  6. No lo dejes así galletita mía.
    Es impresionante como reflejas, de un modo tan simple, el comienzo de una entrañable y cautivadora historia de amor entre dos jóvenes.
    Simplemente grande. Síguela.

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  7. Mis felicitaciones "Shortbread cookie".

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  8. Gracias! me alegro que os haya gustado a todos!
    Muy bueno lo de "shortbread"!!

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  9. "Nunca agradezcas antes de conseguir tu objetivo"

    Pues gracias, amigo!! (ya sabes de lo que te hablo)

    Las palabras que has escrito dibujan cuando las lees...

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  10. Es de bien-nacido
    ser agradecido.

    Toma pareado!

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  11. Gracias a Aaro he podido leere este min relato increíble.
    Como continua? Sigue escribiendo.
    Por si no ha quedado claro me ha encantado.

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  12. Gabriela, continúa como tú quieras que continúe. El inicio está puesto; el final lo pone cada uno. El mío algún día lo escribiré. ¡Y puede que lo publique! Gracias por tu mensaje.

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  13. Pues cuando lo publiques estaré ansiosa por leerlo. Avisa.eh!!!
    Esta bien que dejes un final abierto, así es mas emocionante y además haces que tus seguidores y los que hasta ahora no te conociamos nos aficionemos a tus palabras. Buena idea la tuya!!!jejejje

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  14. Bien, estimado colega, vuelve usted al camino del sentimiento puro y la prosa delicada. Ahora atisba la inmortalidad y sin duda puede sentir el pinchazo electriazante de la gloria perenne. ¡Su hora ha llegado, Galleta de Mantequilla! ¡Puede usted escalar hasta lo más alto, pisotear la cumbre, y bajar luego como un hombre, despreciando lo que tantos otros jamás conseguirán! ¡O puede, por el contrario, aposentarse en la cima del triunfo de las letras y envejecer anímica y carnalmente, oteando desde las alturas como las nuevas generaciones ascienden para desbancarle a usted, ya agonizante!

    Su futuro está en sus manos, tal y como lo está en el joven del cuento. Sin embargo, su futuro no son unos delicados dedos de porcelana blanca, sino la admiración y crédito de sus semejantes, y el culto a la diosa Belleza.

    El Peón Blanco

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