viernes, 10 de diciembre de 2010

vida salvaje

Esta mañana me he despertado con sensación a llanero solitario; con el mismo espíritu con que se levantaba John Wayne –o don Clint Eastwood como máximo exponente-, lenta y pausadamente, con aire malhumorado. He abierto los ojos y he adoptado en seguida la misma expresión, dejando caer primero una pierna, murmurar por el dolor del costado y dejando caer pesadamente la otra pierna. Mi cara, con expresión ruda y sobrada de hombría se ha encontrado con la de mi madre, como no, desencajada por mi tontería matinal. Y ahora que lo pienso, puede que ese espíritu del Salvaje Oeste haya sido un poco exagerado… De ahí el bofetón de mi madre cuando le he gritado: “Madre, prepáreme el baño, engráseme las botas y avise a pequeño Jimmy para que ensille al caballo”, terminando mi inteligente intervención con un escupitajo al suelo. El bofetón ha resonado, eso sí, como un pistolero en pleno asalto a la diligencia. Qué dolor…

Como es lógico, esta vuelta a la realidad –forzada por el golpe autoritario de mi madre- ha hecho desvanecer mis sueños matutinos. El olor a cuero, pólvora, caballo, naturaleza salvaje y libertad… desaparecidos.

Sin embargo, como soy hombre hecho de ilusiones, me he metido en la ducha con otra ilusión: Cogía el bote de champú con fuerza mientras oía al gentío corear mi nombre. Llovía, sí, pero eso no me importaba. Mis fans, apelotonados como sardinas, esperaban apasionados a que empezara el recital. Y tras un momento de espera –en el que he aprovechado para enjabonarme la cabeza- el concierto friki ha empezado. Menudo éxito.

5 comentarios:

  1. Vaquero, no dejes que nadie pisotee tus sueños. ¡Se un hombre y hazlo tú!

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  2. Gracias Clint. sigue siendo como eres, que molas.

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  4. Era menester dar ese taconazo en el suelo y ordenar a la madre que te lustrase las botas. Así habla un hombre.

    Aunque también es cierto que tu madre tiene un buen revés, Billy 'el Sucio'. Yo puedo atestiguarlo, y eres testigo.

    Ante tal contratiempo, hiciste bien al convocar a tus enloquecidos y grasientos fans frente a la puerta de tu ducha. De seguro que disfrutaron como energúmenos imaginando qué ocurría bajo el chorro de agua humeante: las groupies son así de fantasiosas.

    Espero que tras los cánticos de gospel les azotaras furiosamente esas espaldas de piel aterciopelada y adolescente. Porque sus loas a tu persona y su adoración implacable nunca pueden serte suficientes.

    Paz y coca, Galleta.


    A.

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  5. Toda la razón, Aaron! Nunca he dejado de recordar ese ácido momento... Aun recuerdo por qué mi madre nos abofeteó, y cuán certeza en ello!
    Algún día escribiré sobre ello.

    Fuma y esnifa, Aaron.

    G.

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